Los refranes, como toda la tradición oral, han sido siempre un buen vehículo para preservar antiguas costumbres y formas de hacer. También en lo que se refiere a los fogones. Por eso, los cocineros y cocineras de hoy saben, por ejemplo, que «un buen maíz escuadrado debe ser bien porquejado». O, dicho de otro modo, que en el plato debe acompañarse de bastante cerdo: morro, oreja, cola, jamón, tocino, manteca… El maíz escuadrado es uno de los productos agrícolas más típicos del Berguedà. Se empezó a cultivar hace unos trescientos años, y todavía hoy es uno de los ingredientes básicos de la escudella que se hace en muchas casas particulares y restaurantes. También se utiliza en sopas, como sustitutivo de la pasta y el arroz, y para hacer sabrosas ensaladas. El color blanco característico de este cereal y su nombre popular provienen del proceso de escuadrado en un molino, mediante el cual se le quita la cascarilla. Se trata, por otra parte, de una variedad única, que se preserva haciendo cultivos especiales que garantizan su continuidad.
Y si blanco es ese maíz, negra es la legumbre que conforma otro de los platos locales: los guisantes negros con tocino, una receta sencilla, pero de lo más sabrosa y aromática. Cultivada casi en exclusiva en la comarca, y comercializada en almacenes de grano y tiendas especializadas, esta legumbre, también conocida como guisante de montaña, adquiere su característico tono marrón oscuro una vez secado.
De altura son también las patatas enmascaradas, hechas con un tubérculo que se cultiva en la zona de Gósol y Saldes, junto al Pedraforca, y que se ennegrece, o se enmascara, al mezclarlo con la sangre cocida o la butifarra negra, los demás ingredientes destacados del plato.
Sin dejar todavía los deliciosos tubérculos que nacen en las tierras altas, cabe resaltar la muy fina y apreciada patata de Peguera, o del Estatut, un nombre bastante patriótico que casa a la perfección con un elemento simbólico del pueblo catalán que se alza no muy lejos: el Pi de les Tres Branques, en Castellar del Riu
Muy arraigada en el Berguedà, como un árbol, o como los guaranes catalanes, hay una especialidad culinaria hecha a base de patata mezclada con col y pinchos de tocino: el trinchado. Un dicho popular del Alt Berguedà le otorga hasta tres nombres diferentes, dependiendo del pueblo donde se elabora: «Trumfus y col en Bagà, trinchado en la Pobla y cáñamo y lana en Castellar». Y como éstos son suelos de setas, hay quien los incorpora al trinchado como sustitutivo de la col. Ni que decir tiene que el resultado es igualmente exquisito.
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